La mejor comida para perro depende del tipo de raza y las necesidades nutricionales que cada canino necesite. Hay varios factores importantes al elegir un alimento para tu perro pero existen características básicas que debe tener un buen alimento: Ningún conservante químico polémico, no debe tener ingredientes de carne desconocidos, sin colorantes artificiales, no debe tener grasas animales genéricas, debe tener cantidades sustanciales de proteína a base de carne, proporción de grasa a proteína de 75% o menor y contenido moderado de carbohidratos
Que no nos dé pena admitirlo: más de una vez hemos elegido el alimento de nuestro perro únicamente basándonos en el costo, nuestro presupuesto y hasta la publicidad que más nos haya enternecido; dejando de lado qué es lo más saludable para él. Pero el no fijarnos cómo estamos alimentando a nuestra mascota puede tener consecuencias fatales para él. Y la salud de nuestro perro no es un asunto que debemos dejar al azar.
Ahora bien, ¿cómo elegir la mejor comida para mi perro?
La oferta de alimentos concentrados para mascotas parece crecer diariamente, existiendo un gran número de opciones a la hora de decidir con qué llenar el plato que le servirás a tu canino, siendo algunos hasta específicos para diversos tipos de raza, actividad física, edad o condición de salud.
Y entre todas estas, quizás te preguntes... ¿cuál escoger? No te preocupes, en los siguientes cuatro pasos, te enseñamos desde qué debe contener la ingesta habitual de los perros, cómo leer las etiquetas de los alimentos, saber elegir dependiendo de la mascota que tengas, hasta con qué “golosinas” para humanos puedes acompañar su dieta:
PASO UNO: ¿QUÉ DEBE CONTENER EL ALIMENTO DE TU PERRO?
Para cubrir las necesidades nutricionales de tu mascota, un buen alimento concentrado debe estar compuesto por proteínas (como carnes rojas, pollo, pescado o pavo), hidratos de carbono (avena, arroz y vegetales), grasas animales y vegetales.
La proteína porque, al ser descendiente de los lobos, su dieta es estrictamente carnívora; lo que significa que la mayor parte de su alimentación –y del concentrado que elijas– debe estar surtido de proteínas de origen animal. Y es que estas son vitales para el buen desarrollo del perro durante todas las etapas de su vida.
Sin importar si es cachorro, adulto o sénior, todos los perros necesitan proteínas para preservar su estructura corporal, el funcionamiento de su organismo y su sistema inmunológico. Para lograrlo, necesitan 22 aminoácidos (los compuestos orgánicos que forman las proteínas), de los cuales solo pueden sintetizar 12 de ellos. Los demás deberán obtenerlos a través de la alimentación. Estos aminoácidos esenciales son la arginina, histidina, isoleucina, leucina, lisina, treonina, fenilalanina, triptófano, valina y metionina.
De allí que la calidad de la proteína también sea un factor clave a la hora de elegir el alimento, ya que no todas contienen los mismos niveles de aminoácidos utilizables por el organismo de los animales, lo que se le asigna el nombre de “valor biológico”. Por ejemplo, el huevo es una de las que más valor biológico aportan al perro, seguido de la harina de pescado, la leche y la carne vacuna. El pollo también es una fuente de proteína de calidad.
Por eso, es importante no dejarse llevar por altos porcentajes de proteínas en los alimentos (ya que no necesariamente signifique que sea mejor que uno que tenga porcentajes más bajos) sino por la calidad de estas. Existen concentrados que, aunque están abarrotados de subproductos de mataderos, su valor biológico es escaso.
Por su parte, entre las mayores funciones de los hidratos de carbono y las grasas está el convertirse en suministro de energía. Siendo las grasas las que más energía aportan, superando hasta cinco veces a los carbohidratos y las proteínas. Además, estas proveen los ácidos grasos Omega –los que provocan que el pelaje y piel de tu mascota luzcan saludables–, ayudan a transportar vitaminas liposolubles y mejoran la palatabilidad del alimento, ya que suelen tener el buen sabor que hace que los perros les guste su comida.
Ya sabiendo que la ingesta de tu mascota debe estar compuesta en su mayoría por proteína de calidad, lo siguiente será saber identificar qué productos alimenticios no aportan los valores nutricionales necesarios para él.
El maíz, o la harina de maíz, es uno de los más utilizados como relleno en los alimentos concentrados por su bajo costo. Pero, a muchos perros se les dificulta su correcta digestión o incluso son alérgicos a él, como también a la soya y el trigo; por lo que será mejor que contenga cereales que provengan de los granos de cebada, avena, arroz integral, mijo o quínoa.
Sin embargo, hay que vigilar que la cantidad de cereales no superen la cantidad de productos de origen animal, algo muy común en las versiones económicas que se encuentran en el mercado. El exceso de estos pueden generar problemas en la piel o gastrointestinales, otitis y mal olor corporal, entre otros.
Tampoco son recomendables los alimentos creados con subproductos, ya que estos consisten en los desechos de las plantas procesadoras de alimentos. De hecho, existen concentrados bajo la etiqueta “human-grade” que indican que todos sus ingredientes son aptos para el consumo humano.
Los conservantes químicos como la etoxiquina, BHT, BHA o el propilenglicol a la larga podrían tener consecuencias tóxicas; por ello su conservación debe ser en una mezcla de tocoferoles, una familia de compuestos orgánicos que tienen la propiedad de proteger los ácidos grasos. También debe evitarse los alimentos que poseen levadura, vitamina K sintética y colorantes.
PASO DOS: LEER LAS ETIQUETAS
Saber cuáles son los ingredientes que debe tener el alimento de tu perro no es suficiente. También debes saber interpretar con certeza las etiquetas de los productos que hay en el mercado. Solo así sabrás su contenido nutricional y cuál es el de mejor calidad para las necesidades de tu perro.
En ellas, deberás encontrar el mínimo de proteína cruda, la grasa cruda máxima, la fibra bruta máxima y la humedad máxima; así como el orden de los ingredientes según la cantidad que poseen de cada uno. Es decir, los primeros de la lista significan que tienen mayor presencia que los que le siguen. Por ejemplo, si el primer ingrediente que aparece es maíz, quiere decir que el concentrado está compuesto en su mayoría por este grano y no por proteínas.
Pero no siempre esta lectura es de fiar, hay que ser cuidadosos con la interpretación. Existen compañías que comienzan sus listas con proteínas como su primer ingrediente, pero le siguen tres productos distintos de un mismo cereal. Esa es una forma de ocultar que el ingrediente principal, realmente, es el cereal y no la carne como tal.
Otro truco para determinar cuáles son los ingredientes principales del alimento es buscar la primera fuente de grasa en la lista. Los productos que lo anteceden en ella, usualmente son la base del concentrado.
Las proteínas normalmente equivalen entre el 25 y 30% de producto, aunque actualmente existen nuevas líneas cuyo porcentaje de proteína puede alcanzar hasta el 70% porque carecen de cereales, buscando así asimilarse lo más posible a lo que sería su dieta “salvaje”.
PASO TRES: TU MASCOTA ES LA GUÍA
Podría estar de más decirlo, pero siempre vale repetirlo: conocer bien a tu perro y saber cuáles son sus necesidades serán tu mejor guía al momento de escoger su alimentación.
Así como no todas las personas metabolizan de la misma forma las comidas, los perros tampoco. Entonces, dependiendo de su organismo, edad o nivel de actividad, su ingesta variará ya que esto puede modificar la cantidad de calorías que necesita. Un perro sobrealimentado, podría convertir esta energía extra en grasa, lo que le causaría obesidad y sus posibles consecuencias: enfermedades cardiovasculares, respiratorias y esqueléticas.
Si tu mascota es cachorra, sus necesidades nutricionales son muchísimo más elevadas que en cualquier otra etapa de su vida, puesto que en este momento están creando, como tal, las bases de su cuerpo: el crecimiento de los huesos, el desarrollo de los músculos, órganos, sistema inmunológico y desarrollo cognitivo. En la mayoría de los perros, la etapa cachorra dura solamente el primer año de vida, aunque en los de raza grande –que superen los 22 kilos–, esta puede durar hasta dos años. Durante este momento, su alimentación deberá contener altos contenidos de proteínas, calcio, fósforo, vitamina D, ácidos grasos omega y demás nutrientes.
Ya llegados a la etapa adulta, su ingesta deberá ser la adecuada para mantener un estado físico saludable, lo que podrá cambiar según la actividad física de la mascota y condiciones añadidas, como enfermedades o intolerancias específicas. En general, su alimentación debe ser completa y balanceada, que incluya ingredientes como la taurina, minerales quelados, proteínas y calcio; y debe ser servida en proporciones que no lo hagan variar bruscamente de peso. Para saber si está en su peso ideal, debes poder apreciar su cintura y palpar las costillas con facilidad, que solo estén cubiertas con una ligera capa de grasa.
Los perros de alto rendimiento físico (como los que se dedican a la casa, rescate, pruebas de agilidad o trineo) necesitan nutrirse más que un perro promedio de casa, con alimentos que contengan hasta 30% de proteínas, casi 2000 calorías digeribles por kilo y 20% de grasa mínima y con mayores porciones de comidas al día. En estos casos, lo mejor es consultar con el veterinario si ciertamente es una mascota de alto rendimiento físico y cómo debería programarse su alimentación para suplir sus necesidades.
Opuestos a estos, están los perros inactivos que necesitan que sus alimentos no contengan tantas calorías para evitar los riesgos de obesidad y enfermedades. Un canino inactivo es aquel al que no les entusiasma la actividad física, prefiriendo dormir o moverse lo menos posible. En su dieta, por ende, se debe reducir la cantidad de golosinas o premios y en algunos casos reducir las porciones de comida. También, actualmente, varias marcas tienen sus líneas especiales de concentrados reducidos en calorías, así como alimentos formulados para perros con enfermedades específicas, como insuficiencias renales o diabetes.
Ya pasados los cinco o siete años de edad, dependiendo de la raza, los caninos entran a una edad avanzada o sénior, en la que su alimentación también deberá cambiar para garantizarle una mejor calidad de vida. Si tu perro en edad sénior se mantiene bastante saludable, un alimento balanceado para edades avanzadas será suficiente para mantenerlo bien nutrido. Sin embargo, hay que considerar los signos que acompañan esta etapa de sus vidas, como la disminución de actividad física, lo que hace que pueda aumentar de peso, y la dificultad al masticar el alimento, siendo necesario, a veces, tener que humedecer su comida.
Además de la edad y la actividad, las razas también son un aspecto fundamental para elegir el alimento. Las pequeñas, por ejemplo, tienen el metabolismo más rápido, por lo que queman mucha más energía a una mayor velocidad. Dependiendo de su actividad diaria, estos pueden necesitar hasta el doble de calorías diarias que otros tipos de razas más grandes. Es por eso que la alimentación destinada a razas pequeñas tiene proteínas adicionales, son ricas en grasas y vienen en una presentación adecuada para facilitar su masticación.
Las razas grandes, por su parte, tienen el metabolismo más lento. Pero, por su tamaño, su apetito es mucho más grande. Su contenido es menor en grasas aunque con grandes concentraciones de proteínas y su presentación es más robusta para que el animal se anime a masticar en vez de tragarse la comida.
PASO CUATRO: ¡CONSIÉNTELO! ACOMPAÑA SU DIETA
Por más que hay que mantenerlos con su dieta apropiada, esto no quiere decir que de vez en cuando no se puedan consentir con algún bocadillo de consumo humano. La cuestión será tener bien claro qué alimentos sí puede consumir sin que le hagan daño. Por eso aquí te dejamos una lista de comidas de las que no te debes sentir culpable si le das a probar a tu querida mascota:
-La mantequilla de maní, además de ser una de las favoritas de los perros, es una gran fuente de proteínas, grasas saludables para el corazón, vitamina B y E.
-De vez en cuando, puedes acompañar su alimento concentrado con pollo cocido sin sazón de ningún tipo -¡y sin huesos!-, para que así le des un poco de sabor a su comida y le proporciones un poco de proteína extra.
-Los huevos son excelentes para aumentar la cantidad de proteínas de su dieta y además proporcionan riboflavina y selenio a tu mascota.
-Las manzanas no solo ayudan a limpiar los dientes de tu perro –mejorándoles el aliento–, sino que también son fuentes de fibra, vitamina A y C.
Fuente: www.ciudaddemascotas.com